Mi amiga Ro apareció en la oficina a las 2 de la tarde y me pilló sacando la vuelta y viendo revistas de decoración y esas cosas que me encantan. Le conté sobre mis problemas domésticos y mi ineptitud para ciertas cosas cotidianas, a lo que ella respondió:
-oye nadie se fija en esas cosas.
Pero YO me fijo y me revienta que me pasen. Pensamos entonces en hacer un tratado sobre cosas estúpidas y absurdas de la dueña de casa y luego temí que mi historia terminara convertida en algo retorcido y desagradable, así es que deshechamos la idea y nos tomamos unos piscos sour y comimos helado de plátano manjar yo y de piña ella, la retorcida.
-y porqué va a ser una historia retorcida?
-porque así me ha pasado ultimamemten con mis buenas intenciones
-es que quizás donde andas poniendo esas buenas intenciones.
-claro
-además deberias dejar de preocuparte, hay gente que ve todo retorcido.
-puede ser, pero para otras personas las historias siempre fueron mas bonitas.
-olvídate, tu crees q a alguien le importa?
-qué cosa?
-que me gusta el patio de tu casa, hay que puro hacer un asado.
-si pues, a fin de mes inauguramos.
Igual que un artista discapacitado, tengo que confesar que, si bien tengo una especial habilidad para la cocina y me gusta variar y experimentar con la comida, postres, sandwiches y lo que venga, soy absolutamente torpe en la manipulaciòn de los objetos involucrados en el proceso, como ollas y sus tapas, sartenes y sus contenidos, frascos, saleros, cucharas de palo, picadores de porotos verdes, peladores de papas, etc.
Por eso me deleito admirando esa maestría que despliegan los chefs en los programas de cocina para picar, saltear, agegar ingredientes, revolver rapidito, sin que se les caiga ni una cosa fuera de las ollas; y qué decir de los carniceros que convierten el fileteo en una verdadera manifestación artístico-cultural que debería ser más apreciada y sacada a las calles y las alamedas.
Cuando llega el momento de servir los platos que contendrán el suculento menú preparado por mi, debe reinar la calma y el silencio absolutos porque la posibilidad de que la presentación arruine los ànimos a los comensales es muy posible. Sin embargo, ese es un asunto que puedo manejar con ayuda de manos habilosas y comprensivas.
El motivo por el que pienso en este problema absurdo es que en pocos días estará de cumpleunaño mi Oh-Bebé bonito y gracioso, y como haremos la fiesta en nuestra casa nueva, tendré que oficiar de anfitriona y someterme al momento de mayor estrés que ocurre durante un cumpleañitos de cabro chico: partir la torta. No hay nada peor ni más estresante para mi que el momento de empezar a sacar pedacitos piramidales de esa cosa redonda, blanda, encremada, adornada, plato principal y (peor) esperado para devorar por los adultos presentes, ya que hay que decir que los niños NUNCA COMEN TORTA, que a pura papa frita, mini bilz y mini pap (y ahora mini coke), pintura de conejos y princesas, piñata y sorpresa, se la pasan las 3 horas que revolotean por la casa.
Me encantaría conseguir algunos tips para solucionar el problema, así como gracias a un libro de cocina de esos que venden en la micro, supe cómo hacer para que las bolitas de helado quedaran bolitas con el instrumento sacabolitas de helado, otro de mis grandes traumas superados con un poco de agua o leche tibia. Qué fácil.
10 Problemas con la repartición de la torta:
1.- El vaso al medio de la torta NO SIRVE PARA NADA. Y se ve ultrafeo, me carga. Alguien me puede decir cuál es el sentido de semejante costumbre colonial?.
2.- El primer trozo jamás sale completo. Si es que sale.
3.- Si alguien pide un pedazo chico, sale enorme y si se quiere grande, sale flaco y la gente comenta, ay que eres cagada!!
4.- Si hay guinda, todos quieren la guinda.
5.- Cuando la torta es de crema, no falta el que te pide "sin mucha crema porfa". O, "con mucha crema!!".
6.- Si uno tiene torta de panqueques, es muy probable que alguna tía comente "esas son de lo màs rendidoras porque como hay que servir poquito..."
6.- Dificilmente me resulta cortar las 3 o 4 capas de bizcocho de una sola vez. Ni hablar de las milhojas.
7.- Una vez cortado el pedazo, el proceso retirarlo-ponerlo en un plato, se vuelve una hazaña para conseguir que quede correctamente de lado, que no empiecen a caer los trozos desarmados y al final parezca una porción de charquicán. "Ay, es que está tan fresquita que se desarma sola!!", comentario generalizado ante la pobre ineptitud.
8.- Segunda fase del trauma: "pucha me dai otro poquito?". Si digo "saca no más", típico que se van al chancho asi que opto por sacrificar mi pánico pastelero.
9.- Nunca me ha quedado claro si la torta realmente está rica o la gente lo dice por compromiso. Yo he estado en cumpleaños y matrimonios donde las tortas son un desastre (especialmente esas que dan en el macdonalds) y digo, qué rica la torta.
10.-NUNCA alcanzo a comer la famosa torta de cumpleaños. Y la de mi matrimonio: pasé el horror de cortarla, y sería. Dicen que estuvo realmente exquisita.